Policiales

Cómo eligen a sus víctimas los ladrones de casas de familia

Una reciente causa la Justicia pudo conocer más precisiones de la metodología empleada por asaltantes de viviendas. Cómo escogen a sus víctima y que hacer para minimizar las posibilidades de transformarse en una.

Días atrás se produjo un trágico asalto a una vivienda de la localidad de Balcarce tras el cual murió un jubilado de 83 años, blanco del violento accionar de una banda con una característica siniestra: desplegaba una estrategia de engaños para elegir a la más vulnerable de las víctimas.

A partir de la investigación del fiscal Rodolfo Moure sobre este hecho -en particular el relato de uno de los detenidos- y de la experiencia en el estudio de este delito específico conseguida por su par, Mariano Moyano de la fiscalía de Mar del Plata, se pudo establecer un patrón o una metodología seguida por algunos delincuentes con el fin de una mayor eficiencia a la hora de escoger su objetivo.

En ese sentido, uno de los asaltantes suele recorrer días antes o, también, apenas horas antes una zona de viviendas previamente delimitada por cuestiones logísticas (cercanías, posibilidades de fuga, presencia policial, etc). El ladrón se presenta en las casas y, bien vestido y con buenos modales, avanza con su plan solo frente a jubilados. Comienza a hacer preguntas asegurando ser parte de alguna repartición gubernamental.

La excusa es ofrecer pensiones por invalidez o ayuda social para hijos discapacitados pero la principal intención es la de semblantear a las personas que lo atiende. El hábil ladrón en esta etapa primaria no levanta ninguna sospecha y se dedica a escuchar la voz de quien se asoma a la puerta.

“Con ese solo detalle ya obtienen mucha información porque buscan un acento itálico o español que les permita pensar que cobran alguna pensión en euros. Si quien habla parece ser extranjero, ya es un punto a favor para colocarlo entre las posibles víctimas”, cuenta un investigador judicial.

Pero no solo el “reclutador” se fija en la dicción, en el acento y en la edad de la otra persona. También observa si poseen alianzas en sus dedos. Este ornamento revela mucha información: si una persona luce una alianza significa, según lo que tienen estudiado los delincuentes, que en ese lugar no hubo antes un robo. La alianza es uno de los primeros objetos de valor que los ladrones de casa sustraen y no suelen ser repuestas.

También, y ya en el terreno de las obviedades pero sin alejarse de lo planificado, el delincuente se fija en si la persona lleva collares, alhajas o cualquier otro valor encima que transmita la idea de que la casa puede ser un buen escenario para la acción.

Otras bandas solían “googlear” a sus víctimas o relegaban aquellas casas en las que veían automóviles modernos, porque de ese modo suponían que podían ser sus propietarios personas jóvenes.

Las autoridades judiciales y policiales recomiendan a la población de la franja más vulnerable (jubilados o personas mayores que viven solas) no atender a desconocidos o hacerlo desde el interior, denunciar al número de emergencias 911 cualquier indicio de sospechabilidad, tanto de personas como de vehículos extraños, y no dejarse convencer por representantes de empresas a las que nunca convocó, como prestadoras de servicios o correos.

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